Pero el asunto que nos ocupa ahora es el de la cultura lectora de nuestro México. A mí, afortunadamente, me fue inculcado el gusto por la lectura desde pequeño cuando me compraron unos libritos de unas películas de Disney: Hércules, La Sirenita, El Libro de la Selva. Puedo decir, sin temor a exagerar, que esos fueron tres libros que marcaron mi vida puesto que me iniciaron en el mundo de las letras. Pero lamentablemente no todos han tenido esa suerte debido a una infinidad de factores que no podría terminar de enumerar; pero si al poco apoyo de iniciación le añadimos otros factores como la influencia de la televisión que ha afectado mucho, sobre todo a l@s niñ@s , basta ver cualquier programa, como ahorita se me ocurre este de "Los Padrinos Mágicos" en el que el desprecio a las actividades académicas es una constante; y también la terrible calidad del sistema educativo mexicano (del que en otra entrada hablaré) que se da en las escuelas públicas y algunas privadas, misma que yo he experimentado en carne propia y ya en un nivel medio superior, confluyen para hacer de la nuestra, una sociedad huraña a la literatura. Este problema solo se podrá solucionar cuando todas las partes que forman parte de la educación: alumnos, maestros, sistema, directivos, sindicatos, tengan la disponibilidad de arreglarlo aunque esto conlleve afectar intereses y cortar algunas cabezas de peces gordos (llámese Elba Esther Gordillo) y encausar hacia una educación donde además de aprender a leer se aprenda a analizar y comprender los textos. Eliminar el analfabetismo funcional
¿Es imprescindible que para ser un buen gobernante se sea un ávido lector?
La respuesta podría ser que no en cuanto a tener un amplio conocimiento de las grandes obras literarias, eso no influye en el buen ejercicio del poder. Recordemos a López Portillo. Pero también podría ser que sí, porque tener un panorama completo de las obras de política y economía daría unas mejores herramientas a la hora de regir un país, estado o municipio, la lectura te da una sensibilidad hacia muchas cosas, sensibilidad que los políticos de hoy no tienen; igualmente saber de historia, pero no conformarse únicamente con la que se da en primaria sino profundizar en ella, ayudaría mucho a comprender el contexto que se vive y a no cometer los mismos errores del pasado. Tener memoria. Como ejemplo pondríamos a Fox quien no tuvo idea de la importancia histórica que significo su triunfo en el 2000 y cometió muchos errores del pasado.
Otra situación que se derivo del tropezón de Peña fue el retweet (¿así se escribe?) que hizo su hija mayor, Paulina Peña Pretelini, llamando a quienes criticamos a su padre como unos pendejos envidiosos, pero lo que en realidad causó polémica y enojo fue el usara la palabra "prole" como insulto, y con prole se refería al proletariado porque prole quiere decir "hijos", "descendencia"; con esto quedó más que claro el terrible clasismo que impera entre nuestros gobernantes e incluso en nuestra sociedad misma donde es normal que se use "indio" o "naco" como insultos, pero esto de qué es producto. Ese será tema para otro monólogo.
Saludos desde las venas de México.
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